Y como todo lo que nace con amor, crece con sentido, con calma y con raíces profundas.
Todo comenzó con una conversación bajo el cielo estrellado.
Erick y yo (Erika) soñábamos con un lugar donde la gente pudiera desconectar del ruido, reconectar con lo esencial y crear momentos que realmente importan.
Ese sueño se convirtió en Salterra: un proyecto familiar que nació del corazón, con las manos llenas de tierra, madera, ideas y mucha pasión.
Cada tienda, cada sendero, cada detalle fue pensado como si estuviéramos preparando un espacio para amigos muy queridos.
Aquí no hay nada impuesto: todo lo que ves fue creado con intención, respeto por la naturaleza y el deseo de hacerte sentir en casa… aunque estés lejos de la tuya.
Creemos en los momentos que dejan huella, en las experiencias que se sienten hechas a medida y en un servicio que nace desde la honestidad y el cariño.
Salterra no solo es un lugar.
Es un pedacito de nosotros, abierto para ti.
Bienvenido a nuestra historia. Ojalá también sea parte de la tuya.
Cada integrante de nuestro equipo da lo mejor de sí, buscando siempre mejorar, anticiparse a tus necesidades y hacer lo correcto, en el momento preciso.
Tu primer contacto con Salterra y la sonrisa que organiza todo antes de que llegues. Diana abre la puerta a tu experiencia.
Cuida cada detalle para que tu estancia sea puro equilibrio, descanso y sonrisas. Ella es la calma hecha persona
Convierte deseos en vivencias. Si sentiste que todo estaba hecho a tu medida, es porque Jenni ya lo había pensado
Se asegura de que cada almohada, cada rincón y cada noche inviten al descanso profundo que tanto mereces. Ana cuida de todos los detalles.
Todo en la cocina listo para brindarte sabor. Cada platillo cuenta una historia.
Guardián silencioso de cada detalle. Gracias a él, todo en Salterra funciona como un reloj natural.